Article Andrés Jiménez a El Periódico (06/09/09). Ricky no es el malo de la película
Ricky no es el malo de la película
La inevitable falta de madurez ha sido su único fallo y se ha ganado dos importantes enemigos
Mucho se ha opinado del caso Ricky y, como jugador que tiempo atrás vivió una situación en ciertos aspectos parecida, lo primero que me gustaría decir es que me parece ridículo querer hacer creer a la gente que de esta telenovela veraniega por entregas en que se ha convertido su traspaso, él ha sido el malo de la película. Cuando eres como Ricky y tienes su edad, actúas de la única manera que hasta ese momento te han enseñado: con una entrega sin límites y con una confianza hacia los que te han ayudado que raya el altruismo. Sin embargo, pronto aprendes lo que significa madurar fuera del aspecto puramente deportivo. Eso sí, te toca hacerlo de golpe.
De repente, te das cuenta de que en cuanto comienza a haber mucho dinero de por medio hasta el agradecimiento, o sobretodo el agradecimiento como es el caso, se ha de saber cuantificar adecuadamente. Precisamente esa inevitable falta de madurez de un adolescente es el único fallo que se le puede achacar a Ricky. A cambio, sin embargo, el precio que ha pagado el recién estrenado azulgrana ha sido grande, ya que, de golpe, se ha ganado dos importantes enemigos.
El primero, el que más duele, es la Penya. El mismo club que, con todo su derecho, durante todos estos años ha aprovechado, a precio de saldo, el tirón publicitario y la extraordinaria entrega deportiva de la estrella de El Masnou y que, a pesar de ello y de la importante cantidad de dinero que finalmente han ingresado por su traspaso (el más alto que sin duda se podía conseguir), su presidente, parece haberse olvidado que hasta no hace mucho él mismo era jugador y ha preferido clavar la cabeza del hasta ese momento su jugador franquicia en una pica y enfrentarlo a la afición, en lugar tratar de zanjar el caso de una manera elegante y digna y, por consiguiente, más beneficiosa para ambas partes.
Si Ricky pudo cometer un error poniendo en manos de un juez la decisión de si su cláusula de rescisión era o no abusiva (cosa, por otra parte, totalmente lícita y que no significaba de ninguna manera llevar a juicio a la Penya como se quiso dar a entender), Villacampa, sin ser ya un adolescente, también faltó a la promesa que le hizo al de El Masnou por la que le aseguró que el mantener la cláusula de rescisión tras su renovación no representaría nunca ningún problema en el caso de que quisiera marcharse.
El otro enemigo que Ricky se ha ganado por su inexperiencia tal vez le duela menos, pero puede causarle sin dudas más problemas en el futuro. Este viene del otro lado del Atlántico y se llama NBA. Y es que eso de que un españolito, que la mayoría piensan que vivimos justo debajo de México, le diga que no a todo un club NBA (aunque sea Minnesota) que lo ha elegido en el número 5 del draft es considerado toda una afrenta a la nación.
Pero si, por un lado, el dueño de los Timberwolves le ha echado los perros, Dan Fegan, el agente americano de Ricky, tampoco ha tenido demasiado interés en pararle los pies frustrado como está de no haberse podido llevar la tajada que esperaba de toda esta operación. Pero, al menos, el final de la historia tiene un desenlace positivo y esperanzador.
Y como en toda buena novela en que los destinos de sus protagonistas al final se acaban uniendo, en el caso que nos ocupa los destinos del Barcelona y Ricky se han juntado justo en el momento en que más se necesitaban mutuamente.
Ricky llega al Regal Barça tras una temporada mala deportivamente hablando y problemática en todos los aspectos, por tanto, necesitado como nunca hasta ahora en su carrera de demostrarse a sí mismo lo que es y lo que puede seguir siendo como jugador. Por otra parte, al club azulgrana, que ha sabido compensar bien las importantes ausencias de e Ilyasova, le faltaba un catalizador y el joven base catalán es como la bujía de ese fórmula 1.
Puedes tener las mejores piezas, el depósito lleno del mejor combustible, un buen equipo de asistencia, pero sin la chispa de una buena bujía, ese portentoso vehículo no tira como debe de hacerlo. Y Ricky es esa chispa que el Regal Barça de la próxima temporada necesitaba como el comer para explotar al máximo todo su potencial. Solo resta que, a partir de ahora, Ricky nos demuestre sobre la pista si ha sido o no una apuesta excesivamente cara.
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